Sí, sí, han leído bien: vamos a hablar de cómo las nevadas pueden realzar la geología e incluso cómo pueden mejorar su observación y caracterización. Parece una contradicción que una nevada, que suele cubrir los afloramientos rocosos y homogeneizar formas y colores, pueda servir de ayuda a l@s geólog@s, pero así es en determinadas ocasiones y circunstancias.

El paso del temporal Filomena sobre Canarias y la península Ibérica durante los días 8 a 11 de enero de 2021, produciendo nevadas históricas en algunos lugares (en otros no, han sido espesores habituales) ha servido de excusa para darnos cuenta de algo que l@s geólog@s llevan siglos empleando de forma subliminal: la nieve cubriendo los afloramientos, estructuras y relieves puede resaltar diferencias de colores y matices en las rocas y minerales, acrecentar los contrastes de estructuras estratigráficas y tectónicas, homogeneizar pequeñas irregularidades (suavizar) del relieve para facilitar la observación de facetas, elementos y unidades geomorfológicas, etc.
Desde hace décadas (incluso diríamos siglos), casi como un ‘truco’ fruto de la experiencia aprendida de la observación continuada en el tiempo l@s geomorfólog@s aprovechan la permanencia o acumulación diferencial en el tiempo y en el espacio para distinguir formas glaciares y periglaciares, como los diferentes cordones morrénicos dejados por la fusión o retroceso de un glaciar, las terracetas periglaciares, etc. Un caso conocido es la observación de la ubicación de las últimas acumulaciones de nieve o neveros tardíos en las zonas montañosas para detectar dónde estuvieron ubicados los glaciares y nichos de nivación en los últimos periodos glaciares.

También son aprovechadas las diferencias de acumulación y permanencia de la nieve en la caracterización (incluso cartografía) de las formas y depósitos torrenciales asociados a corrientes de derrubios (debris flows), cuyos diques naturales laterales (levees), quedan más marcados por la diferencia de acumulación de nieve en el canal y las márgenes respecto a los cordones elevados.

Pero la acumulación diferencial de nieve también puede ayudar a mejorar la observación de las secuencias estratigráficas, ya que los tramos de una vertiente con materiales más resistentes (p.e. calizas, dolomías…; conocidos jocosamente como ‘durienses’ por l@s geólog@s) suelen formar escarpes verticalizados en los que no se acumula fácilmente la nieve; mientras que los materiales menos tenaces y resistentes (p.e. margas, arcillas, arenas…; conocidos informalmente como ‘blandienses’ por l@s geólog@s) suelen formar taludes más tendidos, donde se acumula más fácilmente la nieve. De esta forma se diferencia más fácilmente los diferentes conjuntos de bancos, estratos y niveles, permitiendo incluso observar secuencias y patrones rítmicos de repetición para la interpretación de la Cicloestratigrafía.

De la misma manera, las estructuras tectónicas, como pliegues y fallas, pueden resaltar sus formas por la disposición de los materiales en los flancos, charnela, bloques o superficie de falla.

Por último, al cubrirse unas partes de los afloramientos con nieve y otras no, el contraste cromático entre las rocas y minerales y el blanco de la nieve, permite obtener fotografías con colores más naturales, que podríamos decir que llevan incorporado el ‘balance de blancos’ que tanto se usa en el ámbito audiovisual.


Pero en otras ocasiones, cuando las litologías o los minerales del afloramiento son de colores blanquecinos, la nieve precisamente consigue lo contrario, que queden mimetizados o desdibujados y sean más difíciles de caracterizar.


Una contribución notable a este uso de los paisajes nevados en su estudio geológico la han hecho durante décadas l@s geólog@s que han frecuentado las zonas polares (Ártico y Antártida) y las principales cadenas montañosas del planeta, donde hay nieves perpetuas o casi permanentes, entre los que cabe reseñar a Adolfo Eraso, Jerónimo López, Joan Manuel Vilaplana, Francesc Sábat, Javier Pedraza… y recientemente Javier Lario, Ánchel Belmonte y Sito Carcavilla. Este último, en varios de sus libros y artículos sobre montañas, y fundamentalmente en su última obra «Geología desde el campo base«, presenta una magnífica recopilación fotográfica de afloramientos y paisajes donde la nieve realza la geología, como el propio pliegue de la fotografía de la portada del libro y muchas otras magníficas imágenes del interior del mismo.

Así pues, la próxima vez que nieve, no consideres la nevada como un impedimento para hacer geología de campo, sino una oportunidad para hacer ‘otra geología’, quizás observando cosas que habitualmente no puedes observar.
