_Colegio Carlos de Lecea.


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GRANDES RÍOS QUE PROCEDÍAN DE PONIENTE: 

LAS ARENAS SILÍCEAS DE SEGOVIA

Las arenas silíceas, sedimentos compuestos en un alto porcentaje (superior al 90%) por granos de cuarzo (sílice, SiO2), son y han sido unos materiales de aprovechamiento ancestral en la provincia de Segovia, fundamentalmente para la fabricación de vidrio o como áridos en la industria de la construcción. Se localizan afloramientos de estas rocas sedimentarias a lo largo de buena parte de la Provincia, desde su extremo suroccidental (Ituero y Lama), hasta el borde nororiental (Valdevacas de Montejo).

            Son característicos los paisajes de laderas rectilíneas de formas redondeadas, con suelos de tonos blanquecinos, cárcavas y regueros en los lugares desprovistos de la vegetación, y pequeñas explotaciones mineras en galerías subterráneas o a cielo abierto. Son los paisajes típicos en las lomas de las inmediaciones de Hontoria, Segovia capital, Espirdo, Arcones, Prádena… y, sobre todo, del entorno de Pedraza y Orejana; en este último municipio, la toponimia y los nombres de los núcleos de población, como El Arenal, nos hablan de un conocimiento y aprovechamiento tradicional de estos materiales.

            Lo que muy poca gente conoce es el curioso origen de estas arenas y las arcillas con las que normalmente se alternan: fueron depositadas hace unos 90 millones de años (Cretácico superior) en el lecho y márgenes de anchos ríos con canales entrelazados que, procedentes del suroeste, se dirigían hacia el noreste, donde desembocaban en el mar, que ocupaba el borde del océano de Tethys.

            Los ríos arrastraban en sus canales arenas y gravas de cuarzo procedentes de la erosión de zonas más elevadas en el área occidental de la Península, actuales provincias de Salamanca y Cáceres; por ese motivo se encuentran, entre las arenas, hileras de cantos rodados de las cuarcitas, semejantes a las presentes en las actuales sierras de Gata y Peña de Francia. Los hilos de corriente estaban entrecruzados, dejando entre sí barras e islas emergidas, que cambiaban continuamente de posición al modificarse la posición de los canales. Las hileras de cantos nos marcan la posición de estos hilos de corriente, que fueron variando continuamente de posición en el tiempo. El movimiento de las arenas por arrastre de la corriente se producía mediante pequeñas dunas subacuáticas, en las que los granos eran removilizados en la parte trasera y depositados en la delantera, dispuestos como láminas inclinadas en el sentido del flujo; estas estructuras sedimentarias, que pueden verse hoy en día observando detalladamente los frentes de las areneras, reciben el nombre de laminaciones cruzadas, y sirven para reconstruir la dirección y sentido de la corriente. Cuando las laminaciones tienen formas rectilíneas corresponden con antiguas dunas de cresta recta, mientras que las curvadas cóncavas se asocian a dunas de cresta ondulada.

 reconstrucción paleoambietal

Reconstrucción paleoambiental de los ríos que surcaban la Provincia durante el Cretácico superior (hace unos 90 millones de años). Los cauces estaban compuestos de varios hilos de corriente, separados por islas vegetadas o barras arenosas, con algunas lagunas y zonas encharcadas. En el lecho de los canales migraban dunas subacuáticas, cuya sección origina las laminaciones cruzadas. En las islas permanentes se desarrollaron suelos ferruginosos y vegetación arbórea (coníferas, cícadas, cicadales…), cuyos troncos fosilizados aparecen hoy en día en las areneras de diversas localidades.

 Valleruela de Pedraza

Afloramiento de las arenas silíceas en Valleruela de Pedraza, con sus característicos tonos blanco-grisáceos, intercalaciones de colores abigarrados (amarillo, rojo, pardo...), y aspecto descarnado por la erosión de arroyada en los frentes de las antiguas areneras abandonadas. (Foto: A. Carrera)

 arenera en Hontoria

Frente de una antigua arenera en Hontoria, donde se aprecia una peculiar ordenación geométrica de las láminas de arena, que se disponen inclinadas hacia la derecha, en franjas limitadas por hileras de cantos. Esta disposición, denominada laminación cruzada, se originó como consecuencia del avance de las dunas subacuáticas en el lecho de los ríos, que circulaban de izquierda (SO) a derecha (NE), donde desembocaban al mar de Tethys. (Foto: A. Carrera)

             En las márgenes de los canales había extensos mantos de arenas depositadas durante los desbordamientos y, un poco más alejadas, zonas encharcadas donde se sedimentaban arcillas. Los suelos areno-arcillosos, bajo un clima intertropical, sufren fuertes procesos de lavado, concentrándose minerales insolubles como los óxidos de hierro y arcillas del tipo caolín; por este motivo, intercalados entre las arenas se sitúan encostramientos de óxidos e hidróxidos de hierro, de colores pardo-rojizos y amarillentos, en los que se pueden apreciar las marcas de las grietas de desecación.

            La escasa vegetación existente en las proximidades de los ríos estaba constituida mayoritariamente por coníferas, cícadas y cicadales de porte arbustivo y arbóreo. Algunos troncos de coníferas cayeron a los ríos y fueron transportados y enterrados entre las arenas, fosilizando en sílice (xilópalo), aunque conservando perfectamente reconocibles algunos elementos anatómicos (ramas, corteza, nudos…) y la disposición de los anillos concéntricos en la sección transversal. A lo largo de las últimas décadas han aparecido infinidad de estos troncos fósiles en las areneras segovianas, destacando los presentes en las inmediaciones de Pedraza, algunos de los cuales se conservan en museos y colecciones particulares; existen dos ejemplares de considerable tamaño en el patio de El Torreón de Lozoya (Segovia).

            Una última curiosidad que aparece entre las arenas son las denominadas ‘bolas’, agregados de arena de forma esférica, tamaño variable entre diámetros de unos milímetros y medio metro, y que pueden encontrarse aisladas o formando vistosos conjuntos de dos o más esferas tangentes o secantes entre sí. Se trata de concreciones carbonáticas que cementan la arena, esto es, un canto de carbonatos se ha disuelto y difundido concéntricamente el carbonato cálcico, amalgamando los granos de arena de sus alrededores; posteriormente son desenterradas de forma natural (por erosión de las laderas) o artificial (en areneras u obras).

 Valleruela de Pedraza

Aspecto de las bolas de arena en el suelo de una antigua arenera de Valleruela de Pedraza, donde forman pequeños pináculos al ser más resistentes a la erosión que las arenas sueltas que las rodean. (Foto: A. Carrera)

 proceso de formación de las "bolas"

Proceso de formación de las ‘bolas’, unas concreciones de arena cementada que aparecen frecuentemente en el suelo de las areneras: A) En el lecho de los antiguos ríos se depositaban granos de arenas silíceas (blancos) y de calizas (naranjas); B) Los granos quedan enterrados y empapados en agua; C) Los granos de caliza se disuelven, formando un halo esférico de agua con alto contenido en bicarbonato cálcico; D) El descenso del nivel freático hace que se produzca la precipitación del bicarbonato, cementando con carbonato cálcico los granos silíceos; E y F) La posterior erosión de las arenas sueltas (no cementadas), ponen al descubierto las esferas de granos cementados, más resistentes a la erosión.

             El aprovechamiento tradicional de las arenas, hasta la década de 1960 se hacía principalmente mediante una primera incisión en la ladera, seguida de la excavación manual de galerías subterráneas que penetraban en la loma, con sección en arco de medio punto, y que empleaban como techo la base de los bancos margosos y calcáreos suprayacentes sobre las arenas. Los materiales se sacaban con mulas y burros, mediante capazos, esteras y serones. Aún se conservan buena parte de estas galerías en diversas localidades, como Hontoria, Segovia, Tejadilla, Orejana, Carabias…

            Con la implantación del uso generalizado de la maquinaria motorizada, la explotación subterránea se sustituyó por la minería a cielo abierto (contorno o ladera), ante la posibilidad de eliminar los estériles suprayacentes y avanzar en dirección paralela a las curvas de nivel. La morfología resultante es un frente de explotación de una decena de metros, una plaza estrecha y alargada, y unos montículos de estériles adosados a la ladera.

            Por lo que respecta al procesado de los materiales extraídos, los avances tecnológicos han ido a la par de la diversificación y especialización de los usos y aprovechamientos. Hasta mediados del siglo XX era suficiente con un lavado de la arena (para eliminar la arcilla) y su clasificación en diferentes tamaños granulométricos (cantos, gravas, arenas, limos y arcillas); se empleaban en la fabricación de vidrio (fábrica de La Granja de San Ildefonso) y como áridos de construcción, ante la creciente demanda del área metropolitana de Madrid. Hoy en día se someten a todo tipo de procesos industriales, tanto para su secado tras el lavado (hornos), una separación granulométrica más afinada (empleando tolvas y trómeles con rejillas, y ciclones), e incluso su molido para obtención de micronizados de sílice. Los usos se han diversificado, empleándose en la industria del gres y sanitarios, carga de pinturas, filtros de piscinas, depuradoras y potabilizadoras, áridos en aglomerados resínicos, etc.

            Las arcillas intercaladas entre los niveles arenosos, o aquéllas procedentes del lavado de las arenas, se han empleado y aún se utilizan como materiales cerámicos para fabricación de ladrillos (Hontoria, Segovia, Valseca, Carbonero…), tejas (Torre Val de San Pedro), cerámica doméstica y artesanal (Espirdo, Bernuy de Porreros…), etc. Los niveles de antiguos suelos más enriquecidos en caolinita (Vegas de Matute y Hontoria) se emplearon para la fabricación de loza (fábricas La Segoviana y Vargas, en Segovia) y para el enjalbegado (blanqueado) de las viviendas.

 

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