_La Fuencisla.
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ZONAS COSTERAS Y MARES TROPICALES EN SEGOVIA
Hace unos 87 millones de años, el ascenso generalizado del nivel de los océanos en el Planeta, asociado a la fusión del hielo en los Polos, hizo posible que un mar somero fuera invadiendo progresivamente el actual centro peninsular, avanzando desde el este (donde conectaba con el océano de Tethys) hacia el oeste, donde se comunicaba con el incipiente mar Cantábrico. Todo el proceso de llegada e implantación del mar en Segovia está magníficamente registrado en las rocas sedimentarias de las proximidades de Hontoria, a lo largo del cañón del arroyo Matamujeres o del Hocino, por el que discurre la antigua carretera de Villacastín. Su estudio detallado y reconstrucción paleoambiental nos permitirá conocer los pormenores de esta apasionante evolución de los paisajes.
Hasta aquel momento, buena parte de la Provincia estaba constituida por una extensa planicie surcada por anchos y extensos ríos entrelazados que se dirigían hacia el este-noreste, aprovechando un ligero escalonamiento descendente hacia el sector ocupado actualmente por la Cordillera Ibérica (provincias de Soria, Teruel y Guadalajara).
A medida que se produce el avance de la línea de costa, lo primero que se implantan son los ambientes costeros relacionados con la desembocadura de los ríos preexistentes, tanto en amplios estuarios, rías y bahías, como en deltas elongados. Los sedimentos arenosos de esta época, y que ocupan la parte superior de las areneras de la carretera Hontoria-Madrona presentan estructuras sedimentarias que indican dos sentidos de corriente contrapuestos: uno correspondiente al flujo de los ríos (hacia el este) y otro a la acción del oleaje litoral (hacia el oeste).
Posteriormente, con un nuevo pulso de ascenso del nivel del mar, la actual posición de la provincia de Segovia es ocupada por ambientes propios de una zona costera dominada por las mareas que, debido a su topografía muy llana, dejan amplias zonas cubiertas durante la pleamar y mareas vivas, y emergidas durante la bajamar y las mareas muertas. Como consecuencia de los repetidos ciclos de ascenso y descenso de las mareas, los sedimentos de esta época son una alternancia de finas láminas arenosas (formadas durante el ascenso de la marea) y arcillosas (formadas en la estabilización durante la pleamar). En los sectores de la llanura mareal más bajos (situados hacia el este) el mar permanecía durante más tiempo, predominando el depósito de láminas arenosas (llanura arenosa); en la zona más somera (hacia el oeste), sólo llegaba el agua durante la pleamar y las mareas más vivas, predominando el depósito de láminas arcillosas (llanura fangosa); entre ambas, se daba una mezcla alternante de láminas arenosas y arcillosas, en lo que se denomina la llanura mixta. La llanura estaba cubierta por láminas de algas cianofíceas y algunos braquiópodos que ‘pastaban’ en las mismas, y cuyos restos fósiles se encuentran en ellas intercalados.
Junto a las áreas de depósito de láminas arenosas y arcillosas de la llanura mareal existían pequeñas lagunas costeras y zonas que permanecían encharcadas incluso en bajamar. En estas charcas, y con un clima tropical, proliferaron los invertebrados marinos (moluscos, braquiópodos, equinodermos…), cuyos restos orgánicos (caparazones, excrementos…), junto con algas de naturaleza carbonática, formaron fangos calcáreos que darían lugar a bancos lenticulares de calizas y dolomías.
Afloramiento de rocas en el valle del arroyo Matamujeres (Hontoria-Madrona), donde se observan estructuras características de su origen en una zona litoral, propia de ambientes de llanura de marea (laminaciones y alternancias) y lagunas costeras (bancos tabulares de dolomías). (Foto: A. Carrera)
El inexorable ascenso del nivel del mar, y el consiguiente avance de la línea de costa hacia el oeste, hizo que la llanura mareal fuera cubierta definitivamente por las aguas, pasando a constituir zonas bajo el nivel de bajamar (submareales). El oleaje y las corrientes de deriva litoral se encargan de removilizar las arenas costeras, mediante dunas subacuáticas de cresta ondulada, que dejarán en el sedimento las características laminaciones convexas (en surco). Los restos abundantes de invertebrados marinos (moluscos, braquiópodos, equinodermos, corales…) forman fangos calcáreos que se entremezclan con la arena de las dunas, sirviendo posteriormente de cemento de ésta para constituir las areniscas calcáreas o dolomíticas. En las zonas interdunares se implantaron colonias de rudistas (Hippurites), un grupo extinto de moluscos bivalvos de morfología cónica alargada; sus restos pueden encontrarse en los taludes de la antigua carretera de Villacastín en posición de vida, esto es, tal y como estaban antes de morir al quedar enterrados por el avance de una duna sobre la colonia. Aunque la profundidad no era muy elevada (apenas una decena de metros), si lo suficiente como para que existiera una amplia representación de vertebrados marinos, entre los que destacan los seláceos (tiburones y rayas), cuyas piezas dentarias se encuentran dispersas en las areniscas calcáreas de Hontoria.
A) Reconstrucción de los ambientes submarinos que ocuparon buena parte de la Provincia durante el Cretácico superior, con dunas subacuáticas movidas por el oleaje y las corrientes, entre las cuales habitaban colonias de rudistas. B) Corte transversal a una colonia de rudistas fósiles, que habitaban en las zonas interdunares, y que fueron enterrados por el avance de una duna submarina (Foto: A. Carrera). C) Reconstrucción de una colonia de rudistas del género Hippurites, con sus características valvas hipertrofiadas cónicas fijadas al sustrato y sus valvas operculares (a modo de tapadera) con formas elípticas-acorazonadas.
Finalmente, el aumento de la profundidad y la implantación de barreras arrecifales en los sectores orientales de la Provincia (Castrojimeno), deja el sector de Hontoria sumergido, pero alejado de la costa (que llegó, al menos, hasta el meridiano de Villacastín). Con la ausencia de oleaje y corrientes litorales, en una zona protegida por la barrera arrecifal, únicamente se depositan los restos de la actividad orgánica de los invertebrados marinos (caparazones, excrementos…) y los restos de algas calcáreas, generando fangos calcáreos muy finos y homogéneos, que darán lugar posteriormente a las calizas y dolomías de las inmediaciones de Madrona.
Así como la llegada del mar se produjo de manera gradual, su retirada se produjo de forma más rápida, volviendo a sucederse parecidos ambientes a los citados, pero en orden inverso, yendo hacia condiciones de menor profundidad: zonas submareales, llanuras intermareales y, de nuevo, sistemas de ríos entrelazados. Esta secuencia de llegada y retroceso del mar durante el Cretácico superior es observable en las sucesiones de rocas sedimentarias de otros lugares de la Provincia, entre los que destacan: Segovia capital, Sepúlveda, Valle de Tabladillo…
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