No, no os asustéis: no es que la Cultura en Segovia se haya ralentizado al no concedernos la capitalidad europea este año 2016; tampoco es que la actividad cultural esté a punto de interpretar el conocido tema del Cancionero Castellano de Agapito Marazuela titulado “Caracol”, que magníficamente versionó el maestro Ismael (sirva esta noticia de homenaje de los geólogos segovianos en su 80º cumpleaños); ni que se vaya a dedicar una actividad cultural en Segovia al conocido cantaor flamenco Manolo Caracol.
No. Es todo más sencillo y a la vez más curioso: uno de los emblemas de la actividad cultural segoviana de los últimos años en los barrios, el Centro Cultural de San José, antiguo mercado municipal, tiene en su fachada principal dos murales tallados en rocas calizas, que están plagadas de caracoles fósiles.
Efectivamente, cuando a mediados de la década de 1950 se construyó el mercado municipal en un floreciente barrio obrero de la periferia, San José, se encargó al escultor (José Luis Sánchez), que realizase dos murales en altorrelieve, con motivos alegóricos de los productos alimenticios típicos de las tierras de Segovia y Castilla, flanqueados por las siluetas de un segoviano y segoviana, ataviados con los trajes típicos. Para labrarlos eligió placas de una caliza blanquecina, muy porosa y fácil de trabajar, que en geología es conocida como “Caliza de los Páramos”, por constituir el sustrato de estas comarcas, típicas de las zonas centrales de las grandes cuencas peninsulares (Duero, Tajo, Ebro…).
Estas Calizas de los Páramos de los murales del Centro Cultural de San José, cuyo origen concreto desconocemos (¿Campaspero?¿Cuéllar?) se originaron a partir de la sedimentación de barros calcáreos en el lecho de lagos y zonas pantanosas que hace unos 11 millones de años (Mioceno) ocupaban el centro de esas grandes cuencas. En esos lagos y pantanos abundaban los tapices algales y los gasterópodos (‘caracoles’) que se alimentaban de ellos.
Aunque los murales están repletos de los restos fósiles de estos animales, lo cierto es que los procesos que ocurrieron para que esos barros calcáreos se transformaran en rocas sólidas y consistentes (compactación, recristalización, etc .), han borrado los restos, o bien han disuelto las conchas, dejando sólo el molde externo, en ocasiones relleno por geodas cubiertos de pequeños cristales de calcita.
Aún así, se pueden reconocer perfectamente los restos de estos gasterópodos, sus formas e incluso, en manos de especialistas, llegar a determinar de qué grupos se trata. Gracias a la colaboración con nuestra Asociación y esta página de dos de los más destacados especialistas en estratigrafía y paleontología del mioceno de España, los doctores Ildefonso Armenteros Armenteros y José Ángel González Delgado, ambos profesores en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Salamanca, han sido capaces (simplemente con fotos) de poner género a varios de los restos ubicados en los murales, especialmente a los más accesibles de la parte baja:
- Molde externo de Galba, gasterópodo trocoespiral
- Molde externo de Bithynia, gasterópodo trocoespiral
- Moldes externos de Gyraulus, gasterópodo discoidal (el segundo parece conservar restos de concha).
Por lo tanto, no mentíamos cuando afirmábamos en el título que en Segovia, y en el barrio de San José, la Cultura está a un paso de caracol; o, mejor dicho, de caracoles con 11 millones de años.
Pero estos murales no son el único edificio o elemento construido con estas rocas y fósiles de caracoles de esta edad. Segovia está llena de portales, escaparates, sillares de edificios y soportales, esculturas, etc. Estas calizas lacustres miocenas se utilizaron menos que las calizas y dolomías cretácicas, fundamentalmente por la proximidad del recurso. Sin embargo, las canteras de Campaspero, Cuéllar, Hontalbilla e incluso Colmenar de Oreja (Madrid), han suministrado una gran cantidad de estas rocas. Por ejemplo, otro buen lugar para localizar caracoles es el muro de la rampa que sostiene la cuesta o calle de San Juan, y que sirve de pared de talud al Paseo de Santo Domingo de Guzmán, desde el cruce donde se sitúa la escultura de la Loba Capitolina, hasta la curva de Santa Lucía.
Y todo ello, a pesar de que algunas señales de tráfico del recinto amurallado lucían hace poco unas pegatinas, que parecían dejar claro que en Segovia están prohibidos los caracoles; pero no los fósiles.
Foto: perfil de Facebook de Alonso Alonsez (con autorización del autor)
Agradecimientos: a Ildefonso Armenteros Armenteros y José Ángel González Delgado, profesores en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Salamanca; a Jorge Civis, Director del Instituto Geológico y Minero de España; a María de los Ángeles García del Cura (CSIC) y Salvador Ordóñez (UA), por su amistad y ayuda; a Alonso Zamora, por autorizar el uso de su fotografía; a Rodrigo y Pablo, por ayudar a localizar los fósiles y fotografiarlos.
CUANDO CUÉLLAR ERA UN LAGO PANTANOSO
(extracto del libro Las raíces del paisaje)
Hace unos cinco millones de años, al final del periodo geológico conocido como Mioceno (era Cenozoica), el actual emplazamiento de la Villa de Cuéllar estaba ocupado por una zona pantanosa salpicada de lagos poco profundos. Efectivamente, las rocas que afloran en las inmediaciones de Cuéllar, a través de su estudio detallado, nos permiten reconstruir los antiguos paisajes del centro de la Cuenca del Duero.
Las tierras de tonos gris-verdosos que se encuentran en la base de las laderas de los páramos, denominadas ‘Facies Cuestas’, están formadas por margas calcáreas con niveles de arcillas verdes y yesos. Observando en detalle los bancos, que suman casi 70 m de espesor, pueden reconocerse antiguas grietas de desecación (como las que se observan en los charcos hoy en día), huellas de raíces y costras de carbonatos; además se pueden encontrar fósiles de ostrácodos, gasterópodos y caráceas, todos ellos organismos típicos de zonas continentales lacustres actuales. Con estas pistas, se ha interpretado que estas rocas se formaron en un lago somero evaporítico, con llanuras fangosas en las márgenes, a las que llegaban aportes de pequeños regueros y arroyos. Los yesos de estas laderas, que aparecen en bancos de uno a tres metros de espesor, conocidos localmente como ‘aljez (algez) o espejuelo’, han sido objeto de explotación desde tiempos ancestrales para la fabricación de yeso anhidro, empleado en la construcción. Se trata de dos tipos de yeso: microcristales lenticulares (menores de 2 mm), y macrocristales tabulares y lenticulares, que forman maclas en cola de golondrina (punta de flecha) y agregados del tipo ‘rosas del desierto’.
Encima de las Facies Cuestas, sirviendo de techo a los páramos, se sitúan unos bancos de rocas blanquecino-grisáceas conocidas genéricamente como ‘Calizas de los Páramos’; su espesor máximo es de 12 m, disminuyendo hacia el oeste, hasta desaparecer. Su contenido fosilífero está formado por gasterópodos (géneros Valvata, Hydrobia, Bithynia, Lymnaea…), caráceas (talos y girogonitos), ostrácodos y estructuras de algas filamentosas. Se depositaron en medios lacustres carbonáticos someros-centrales y marginales, con escaso aporte de terrígenos; el lecho de los lagos tenía escasa pendiente, pasando en las orillas a zonas palustres, siempre con climas de estación contrastada. Las Calizas de los Páramos también han sido objeto tradicional de explotaciones de cantería para materiales de construcción (sillares, sillarejos y mampostería) y la fabricación de cal. Con estas calizas se han construido buena parte de los edificios de Cuéllar, incluidos los muros del castillo y elementos de las iglesias mudéjares; son semejantes a las explotadas en la vecina localidad vallisoletana de Campaspero.
Ambos conjuntos rocosos, Facies Cuestas y Calizas de los Páramos, eran antiguamente asignados temporalmente a los pisos Vindoboniense y Pontiense, por lo que también recibían el nombre de ‘margas vindobonienses’ y ‘calizas pontienses’, respectivamente. Hoy en día no se utilizan esas divisiones del tiempo geológico, siendo más correcto atribuir su formación a los pisos marinos Tortoniense y Messsiniense, o sus equivalentes continentales Aragoniense, Vallesiense y Turoliense (11 a 5,3 millones de años antes del presente).
Estas rocas afloran a lo largo de toda la banda de contacto de los páramos con otras unidades fisiográficas del sector septentrional de la Provincia, como la Tierra de Pinares (Mata de Cuéllar, Vallelado, San Cristóbal de Cuéllar, Cuéllar, Dehesa, Lovingos, Fuentes de Cuéllar, Moraleja de Cuéllar, Frumales, Olombrada, Perosillo, Hontalbilla, Adrados, Vegafría, Cozuelos de Fuentidueña, Fuentepiñel, Torrecilla del Pinar, Fuente el Olmo de Fuentidueña…), la Serrezuela de Pradales (Aldeanueva de la Serrezuela, Aldehorno, Honrubia, Pradales…) y la Campiña Nororiental (Maderuelo, Aldealuenga de Santa María y Languilla). Asimismo, pueden reconocerse en las laderas de los valles de los principales ríos que se han encajado en los páramos, como el Duratón (Fuentidueña, Calabazas, Fuentesoto, Bembibre de la Hoz, Fuentesaúco de Fuentidueña, Aldeasoña, Laguna de Contreras; Valtiendas, Sacramenia…), Botijas (Cuevas de Provanco) y Riaza (Montejo de la Vega de la Serrezuela).
Los páramos forman un conjunto de superficies ligeramente basculadas, sólo surcadas por los valles de pequeños arroyos y barrancos, que forman pequeñas hoces u ‘hocinos’. Sobre la superficie se localizan formas exocársticas, como lapiaces o lenares, ‘piedras calavera’, y rellenos de depresiones con arcillas de decalcificación (terra rosa) de colores pardo-rojizos.
Para saber más
- Armenteros, I., 1978. Estratigrafía y sedimentología del Terciario del sector sur-oriental de la Cuenca del Duero (zona de Torregalindo-Milagros-Aldeanueva de la Serrezuela, Prov. De Burgos y Segovia). Tesis de Licenciatura, Universidad de Salamanca, Salamanca. 52 pp.
- Armenteros, I., 1985. Estratigrafía y Sedimentología del Neógeno del Sector suroriental de la Depresión del Duero (Aranda del Duero-Peñafiel). Serie Resúmenes de Tesis Doctorales. Universidad de Salamanca, Salamanca. 471 pp.
- Armenteros, I., 1986. Estratigrafía y sedimentología del Neógeno del Sector suroriental de la Depresión del Duero. Serie Castilla y León, 1. Diputación Provincial de Salamanca, Salamanca. 471 pp.
- Armenteros, I., 1986. Evolución paleogeográfica miocena en el sureste de la Depresión del Duero. Studia Geológica Salmanticensia XXIII, 325-337.
- Armenteros, I., 1991a. Contribución al conocimiento del Mioceno lacustre de la Cuenca terciaria del Duero (sector centro-oriental, Valladolid-peñafiel-Sacramenia-Cuéllar). Acta Geológica Hispanica 2, 97-131.
- Armenteros, I., 1991b. Significado estratigráfico de dos alteraciones en el Mioceno superior de la Cuenca del Duero. Geogaceta 10, 33-35.
- Armenteros, I., Alonso Gavilán, G., 1984. Génesis y evolución de los caliches miocenos del sureste de la depresión del Duero. Estudios Geológicos 40, 153-163.
- Armenteros, I., Hervalejo, M.V., Blanco J.A., 1990. The clayey ensemble and silicifications of the paraevaporitic marginal series of the south east of the Neogene Duero Basin: mineralogy and geochemistry of its evolution. Chemical Geology 84, 194-197.
- Armenteros, I., Blanco, J.A., Hervalejo, M.V., 1992. Sedimentación continental miocena y procesos diagenéticos en la cuenca de Sacramenia-Fuentidueña, Cuenca del Duero. Guías de las excursiones geológicas del III Congreso Geológico de España, SGE y otros, Salamanca, pp. 290-299.
- Armenteros, I., Bustillo, M.A., Blanco, J.A., 1995. Pedogenic and groundwater proceses in a closed Miocene basin (northern Spain). Sedimentary Geology 99, 17-36.
- Armenteros, I., Fernández, B., Recio, C., Blanco, J.A., 1986. Análisis sedimentológico y paleogeografía en el Mioceno del Sector Sacramenia (Segovia)-Peñafiel (Valladolid). Studia Geológica Salmanticensia XXII, 247-262.
- Armenteros, I., Carballeira, J., Corrochano, A., Corrales, I., Alonso, G., 1982. Los abanicos aluviales terciarios del flanco norte de la Sierra de Honrubia-Pradales. Temas Geológicos y Mineros, T-6(1ª parte), 109-123.
- García del Cura, A., 1974. Estudio sedimentológico de los materiales terciarios de la zona centro-oriental de la Cuenca del Duero (Aranda de Duero). Estudios Geológicos 30, 579-597.
- García del Cura, A., 1975. Contribución al conocimiento litoestratigráfico del Terciario continental de la cuenca del Duero (zona oriental). En: M.T. Alberdi, E. Aguirre (Eds.), Actas I Coloquio Internacional sobre Bioestratigrafía Continental del Neógeno Superior y Cuaternario Inferior, pp. 77-82.
- García del Cura, M.A., Ordóñez, S., 1975. Les roches carbonatées continentales du Bassin du Duero. IX Congr. Int. Sédim. Nico. Théme, 10, 49-55.
- García del Cura, M.A., Ordóñez, S., 1982. Texturas y estructuras en calizas continentales: un ejemplo de heterogeneidad textural: las rocas carbonáticas de la Cuenca del Duero. Temas Geológicos y Mineros VI, 227-252.
- García del Cura, M.A., Bernabeu, A., Benavente, D., La Iglesia, A., Ordóñez, S., 2004. Pizarras y metacuarcitas como pavimentos de exteriores: las rocas de Bernardos (Provincia de Segovia). Geo-Temas 6(1), 259-262.
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