El Jabalí de la Peca

A finales de la década de 1990 se hizo famoso un cantante catalán (Marc Parrot) con el nombre artístico de «El Chaval de la Peca«, que llegó a anunciar y promocionar teléfonos móviles en televisión, versionando temas de Nino Bravo. Pues bien, parodiando este pseudónimo, nosotros queremos llamar la atención sobre otros elementos patrimoniales singulares que destacan por tener una peca, lunar o ‘antojo’ en lugares característicos de su superficie.

En anteriores ocasiones hemos dedicado entradas de esta página web a los materiales pétreos de los restos arqueológicos del Museo de Segovia, que permiten hacer un recorrido por las rocas y minerales de la provincia; incluso reconocer materiales traídos de lugares distantes del extranjero, como los mármoles ornamentales romanos de Coca. Incluso hemos hablado de las rocas que se ubican en los cimientos del propio edificio en el que se ubica el Museo de Segovia, incluyendo la cueva del Badajo.

Pues bien, en el propio Museo de Segovia, en la sala perimetral del patio, se ubican varias piezas arqueológicas de grandes dimensiones como lápidas, estelas… y verracos prerromanos (celtibéricos, arévacos o vacceos).

Estos verracos, correspondientes a esculturas de animales como toros o jabalís, otrora situados en diversos lugares de Segovia y provincia, fueron trasladados hace décadas al Museo para evitar su deterioro por meteorización, el vandalismo y garantizar su conservación.

En general están labrados en grandes bloques de rocas ígneas plutónicas, del grupo de los granitoides, en una amplia gama que va desde leucogranitos aplíticos ricos en cuarzo a granodioritas cordieríticas, predominando los monzogranitos (adamellitas) o granitos comunes biotíticos.

Uno de los verracos allí ubicados (pieza A-893), labrado en monzogranitos ligeramente granodioríticos, identificado por los arqueólogos como una representación de un jabalí, llama la atención por tener una «mancha», «peca» o «antojo» situado en la zona que correspondería a la aguja o presa (empleando términos de carnicería del cerdo).

Pues bien, este elemento singular, muy característico de los granitoides, sobre todo aquellos que se formaron en las partes marginales del plutón, batolito o cuerpo plutónico, se denomina «enclave» o «xenolito» (xeno- , extraño; -lito, roca). Está constituido por otra roca granítica más oscura (posiblemente una diorita o un gabro) y se formó, bien por asimilación de fragmentos del encajante (xenolito) o bien por diferenciación magmática durante la evolución del cuerpo plutónico (enclave).

Los canteros que labraban las piezas de granito en el piedemonte de la sierra de Guadarrama los denominaban «gabarros» y eran temidos porque suponían irregularidades que podían desviar el corte de una pieza o facilitar su rotura no deseada por el contacto con la roca que los engloba. Normalmente eran evitados y no deseados, salvo que precisamente se buscase su presencia para formar parte de la obra escultórica. Quién sabe si el cantero protohistórico buscó precisamente esa pieza para destacar alguna característica especial de ese jabalí o de parte del mismo.

Quizás el «antojo» fuera el del escultor vacceo, arévaco o vetón, que buscó precisamente este efecto cuando labró la pieza en la Protohistoria.

No perdáis la oportunidad de visitar y saludar al Jabalí de la Peca del Museo de Segovia… y de paso, visitar el conjunto del Museo, lleno de elementos geológicos.


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