Durante el mes de diciembre de 2020, los taludes rocosos que bordean la plaza del CIDE (Centro de Innovación y Desarrollo Empresarial) de Segovia han sido objeto de una intervención innovadora con respecto a su estabilización e integración ambiental.
Los métodos convencionales para la estabilización de taludes rocosos (en obra civil, minería o intervenciones urbanísticas, como ésta) se basan, casi exclusivamente, en buscar su estabilidad geotécnica, para lo cual precisan, con frecuencia, del uso de medidas estructurales (bulones, gunita, distintos tipos mallas…).
Y si bien dicha estabilidad se consigue, en general, sin embargo, estos taludes siguen evolucionando geomorfológicamente, dado que se aplican soluciones homogéneas a macizos rocosos que son casi siempre heterogéneos. Es así cómo la caída de pequeños bloques, a favor de zonas fracturadas o meteorizadas, suele ser constante. A su vez, el uso de las referidas medidas estructurales supone, casi siempre, un elevado impacto ecológico y paisajístico.
Frente a ese enfoque, prácticamente exclusivo, están surgiendo otras propuestas, más adaptativas y sensibles hacia el entorno que se transforma. Una de ellas es el método del Talud Royal (https://www.2g.fr/), desarrollado por el geólogo francés Paul Royal, en el cual se ha inspirado esta actuación de los taludes rocosos del CIDE.
Esta intervención, diseñada y dirigida por el grupo de Restauración Geomorfológica de la UCM (www.restauraciongeomorfologica.es), ha consistido en:
(a) Caracterizar la composición litológica y la organización estructural del macizo rocoso de los taludes.
(b) Diseñar un plan, sensible y totalmente adaptado a cada localización de los taludes, para ‘esculpir’, por medios mecánicos y manuales, una estructura tridimensional dirigida siempre por el grado de resistencia y estructura de las rocas.
Utilizando un símil, es como si se hubiera acelerado la erosión de este macizo rocoso durante siglos, de modo que las rocas más resistentes sobresalen del talud, y las menos, por ejemplo por estar más meteorizadas, forman pequeñas depresiones o ‘entrantes’. Al desmontar los bloques a favor de su fracturación, se han dejado expuestos planos con óxidos de hierro, magnesio y manganeso, que ofrecen un aspecto envejecido a un talud que, en realidad, es un talud ‘nuevo’.
Con esta intervención, estos taludes ofrecen ahora un acabado muy estable, que eliminará o minimizará su mantenimiento. Y todo ello sin el uso de las referidas medidas estructurales (cuyo mero uso tiene también una huella ecológica no despreciable). Es decir, toda la superficie del talud es únicamente roca, con configuraciones rugosas, complejas y naturales. Todo ello configura espacios de alto valor visual y ecológico (por ejemplo, al permitir la colonización de líquenes).
La intervención realizada en el CIDE con este enfoque es pionera a nivel español, pues sólo existen dos tratamientos similares en taludes rocosos de Cataluña, realizados por Paul Royal. Esto quiere decir que estos taludes, más allá del resultado de la intervención, tienen un extraordinario potencial demostrativo, dado que pueden servir para extender nuevas prácticas de transformación del entorno, más sensibles hacia el mismo.
Néstor Hernando Rodríguez – Licenciado en Geología
José F. Martín Duque – Universidad Complutense de Madrid
Grupo Restauración Geomorfológica (www.restauraciongeomorfologica.es)