Hoy nos cuesta imaginarnos un paisaje tan remoto. Hace millones de años el mar llegaba hasta Segovia y en él moraban especies de animales hoy extintas (tortugas, cocodrilos, etc.). Más tardes llegarían las hienas, caballos y rinocerontes a poblar la sabana segoviana… Un enorme arco temporal del que tenemos un testigo de excepción, la geología. Un gran aliado que nos cuenta, si sabemos descifrar su lenguaje pétreo, la historia de los ecosistemas del pasado, su fauna y flora. Aún en nuestros días ese mismo lecho rocoso que, en un ignito pasado, fue horadado por la pisada de los dinosaurios, sirve como cimiento de muchas casas del centro urbano de nuestra capital. Un patrimonio geológico vivo, en continuo cambio, que no está tampoco libre de amenazas.
Una rica geodiversidad La provincia de Segovia atesora 142 Lugares de Interés Geológico (LIGs). Un número que refleja la riqueza geológica de nuestra región. En su suelo silíceo podemos encontrar rocas ígneas y metamórficas; en los calizos hallaremos formaciones sedimentarias de origen fluvial o marino-costero y en las superficies arenosas y arcillosas descubriremos piedras calizas del Cenozoico. Todo ello en un entorno, en medio de un paisaje con valores naturales habitado por el hombre. Son las transformaciones del suelo que genera nuestro género las que amenazan precisamente la supervivencia de estos viejos libros olvidados y desconocidos por sus vecinos bípedos. A raíz de esta situación en el año 2008 surgió una iniciativa que pretendía proteger y poner en valor 61 de esos LIGs a través de la novedosa figura del geoparque.
El Piedemonte Norte de la Sierra de Guadarrama-Ayllón era la comarca recortada en el mapa segoviano que se pretendía sumar a la Red Mundial de Geoparques de la UNESCO. Un territorio con una geología singular que sin duda tenía, y tiene, sobrados motivos para haber conseguido ser el octavo geoparque español, el único que recogería las peculiaridades únicas del Sistema Central de la Península Ibérica. Pero, por desgracia, todas las buenas intenciones y parabienes con los que se arropó la iniciativa cayeron en saco roto. No es el momento ni el lugar de discernir quién o quienes fueron los responsables últimos de tal fracaso, el hecho es que el sueño del geoparque segoviano se esfumó, aunque no del todo.
Los impulsores de la propuesta la dieron por perdida a principios de 2011, creando a finales de ese mismo año la Asociación Geología de Segovia. Ésta ha recogido en gran parte el testigo de todo aquel trabajo realizado en pro del geoparque, poniendo en marcha una peculiar, a la par que efectiva, protección activa de los LIG segovianos. «Apadrina una roca», es sin duda una muy buena alternativa al geoparque. Consiste en la «tutela» por parte de cualquier ciudadano de una formación geológica segoviana singular. De forma totalmente gratuita el ciudadano se compromete a velar por su integridad y denunciar en su caso los posibles daños o amenazas que pudieran malograrla. Son ya casi un centenar de personas las que se han comprometido con la defensa del patrimonio geológico segoviano. Está claro que el movimiento se demuestra andando, y este tipo de iniciativas son las que ponen a las claras cómo el ingenio, a pesar de los pocos recursos de los que se dispongan, pueden conectar con una sociedad cada vez más concienciada social y ambientalmente.
Una segunda oportunidad «Que no lo dejen», «que no se olviden del geoparque segoviano», es lo que muchos les estamos pidiendo a todas aquellas personas que hace cinco años pensaron en todo lo positivo que traería consigo un geoparque para el medio rural segoviano. Geoconservación es igual a preservación y uso sostenible de los recursos naturales. Sin ir más lejos el geoturismo es ya otro de los turismos que se practican en nuestra capital, cuya geodiversidad, bien explicada y contextualizada gracias a guías especializados, está creando un modelo de éxito. ¿Más experiencias positivas?, pues tenemos precisamente siete, ahí están esos geoparques que han dinamizado comarcas deprimidas sin quitar nada a nadie y dando mucho a cambio de admirar y proteger esas piedras que nos miran, silenciosas, desde hace millones de años.
Jonathan Gil Muñoz (El Guadarramista)
Artículo publicado en la columna «Con acento verde» en El Adelantado de Segovia del 17/03/2013
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