Cuando Cuéllar era un lago pantanoso

(extracto del libro Las raíces del paisaje)

Hace unos cinco millones de años, al final del periodo geológico conocido como Mioceno (era Cenozoica), el actual emplazamiento de la villa de Cuéllar estaba ocupado por una zona pantanosa salpicada de lagos poco profundos. Efectivamente, las rocas que afloran en las inmediaciones de Cuéllar, a través de su estudio detallado, nos permiten reconstruir los antiguos paisajes del centro de la Cuenca del Duero.

Las tierras de tonos gris-verdosos que se encuentran en la base de las laderas de los páramos, como las que atraviesa la carretera de Cantalejo a la salida de Cuéllar, denominadas ‘Facies Cuestas’, están formadas por margas calcáreas con niveles de arcillas verdes y yesos. Observando en detalle los bancos, que suman casi 70 m de espesor, pueden reconocerse antiguas grietas de desecación (como las que se observan en los charcos hoy en día), huellas de raíces y costras de carbonatos; además se pueden encontrar fósiles de ostrácodos, gasterópodos y caráceas, todos ellos organismos típicos de zonas continentales lacustres actuales. Con estas pistas, se ha interpretado que estas rocas se formaron en un lago somero evaporítico, con llanuras fangosas en las márgenes, a las que llegaban aportes de pequeños regueros y arroyos.

Margas y yesos culminados por calizas y margas, en las antiguas yeseras de Cuéllar en la Carretera de Cantalejo. Foto: Andrés Díez Herrero.

Los yesos de estas laderas, que aparecen en bancos de uno a tres metros de espesor, conocidos localmente como ‘aljez (algez) o espejuelo’, han sido objeto de explotación desde tiempos ancestrales para la fabricación de yeso anhidro, empleado en la construcción. Se trata de dos tipos de yeso: microcristales lenticulares (menores de 2 mm), y macrocristales tabulares y lenticulares, que forman maclas en cola de golondrina (punta de flecha) y agregados del tipo ‘rosas del desierto’.

Margas y yesos recristalizados en maclas en punta de flecha espejuelo y agregados tipo rosas del desierto, en las antiguas yeseras de Cuéllar en la Carretera de Cantalejo. Foto: Andrés Díez Herrero.

Encima de las Facies Cuestas, sirviendo de techo a los páramos, se sitúan unos bancos de rocas blanquecino-grisáceas conocidas genéricamente como ‘Calizas de los Páramos’; su espesor máximo es de 12 m, disminuyendo hacia el oeste, hasta desaparecer. Su contenido fosilífero está formado por gasterópodos (géneros Valvata, Hydrobia, Bithynia, Lymnaea…), caráceas (talos y girogonitos), ostrácodos y estructuras de algas filamentosas. Se depositaron en medios lacustres carbonáticos someros-centrales y marginales, con escaso aporte de terrígenos; el lecho de los lagos tenía escasa pendiente, pasando en las orillas a zonas palustres, siempre con climas de estación contrastada. Las Calizas de los Páramos también han sido objeto tradicional de explotaciones de cantería para materiales de construcción (sillares, sillarejos y mampostería) y la fabricación de cal. Con estas calizas se han construido buena parte de los edificios de Cuéllar, incluidos los muros del castillo y elementos de las iglesias mudéjares; son semejantes a las explotadas en la vecina localidad vallisoletana de Campaspero.

Molde externo de gasterópodo de tipo Valvata sp. y moldes internos de otros gasterópodos de tipo Hydrobia sp., todos ellos lacustres miocenos en uno de los sillares de la puerta principal del Castillo de Cuéllar. Foto: Andrés Díez Herrero.

Ambos conjuntos rocosos, Facies Cuestas y Calizas de los Páramos, eran antiguamente asignados temporalmente a los pisos Vindoboniense y Pontiense, por lo que también recibían el nombre de ‘margas vindobonienses’ y ‘calizas pontienses’, respectivamente. Hoy en día no se utilizan esas divisiones del tiempo geológico, siendo más correcto atribuir su formación a los pisos marinos Tortoniense y Messsiniense, o sus equivalentes continentales Aragoniense, Vallesiense y Turoliense (11 a 5,3 millones de años antes del presente).

Estas rocas afloran a lo largo de toda la banda de contacto de los páramos con otras unidades fisiográficas del sector septentrional de la Provincia, como la Tierra de Pinares (Mata de Cuéllar, Vallelado, San Cristóbal de Cuéllar, Cuéllar, Dehesa, Lovingos, Fuentes de Cuéllar, Moraleja de Cuéllar, Frumales, Olombrada, Perosillo, Hontalbilla, Adrados, Vegafría, Cozuelos de Fuentidueña, Fuentepiñel, Torrecilla del Pinar, Fuente el Olmo de Fuentidueña…), la Serrezuela de Pradales (Aldeanueva de la Serrezuela, Aldehorno, Honrubia, Pradales…) y la Campiña Nororiental (Maderuelo, Aldealuenga de Santa María y Languilla). Asimismo, pueden reconocerse en las laderas de los valles de los principales ríos que se han encajado en los páramos, como el Duratón (Fuentidueña, Calabazas, Fuentesoto, Bembibre de la Hoz, Fuentesaúco de Fuentidueña, Aldeasoña, Laguna de Contreras; Valtiendas, Sacramenia…), Botijas (Cuevas de Provanco) y Riaza (Montejo de la Vega de la Serrezuela).

Los páramos forman un conjunto de superficies ligeramente basculadas, sólo surcadas por los valles de pequeños arroyos y barrancos, que forman pequeñas hoces u ‘hocinos’. Sobre la superficie se localizan formas exocársticas, como lapiaces o lenares, ‘piedras calavera’, y rellenos de depresiones con arcillas de decalcificación (terra rosa) de colores pardo-rojizos.

‘Piedra calavera’. Caliza de los páramos con meteorización química por karstificación en un majano de los páramos de Cuéllar. Foto: Andrés Díez Herrero.

Para saber más

  • Armenteros, I., 1986. Estratigrafía y sedimentología del Neógeno del Sector suroriental de la Depresión del Duero. Serie Castilla y León, 1. Diputación Provincial de Salamanca, Salamanca. 471 pp.
  • Armenteros, I., 1986. Evolución paleogeográfica miocena en el sureste de la Depresión del Duero. Studia Geológica Salmanticensia, XXIII, 325-337.
  • Armenteros, I., 1991a. Contribución al conocimiento del Mioceno lacustre de la Cuenca terciaria del Duero (sector centro-oriental, Valladolid-Peñafiel-Sacramenia-Cuéllar). Acta Geológica Hispanica, 2, 97-131.
  • Armenteros, I., 1991b. Significado estratigráfico de dos alteraciones en el Mioceno superior de la Cuenca del Duero. Geogaceta 10, 33-35.
  • Armenteros, I., Alonso Gavilán, G., 1984. Génesis y evolución de los caliches miocenos del sureste de la depresión del Duero. Estudios Geológicos 40, 153-163.
  • Armenteros, I., Hervalejo, M.V., Blanco J.A., 1990. The clayey ensemble and silicifications of the paraevaporitic marginal series of the south east of the Neogene Duero Basin: mineralogy and geochemistry of its evolution. Chemical Geology 84, 194-197.
  • Armenteros, I., Bustillo, M.A., Blanco, J.A., 1995. Pedogenic and groundwater proceses in a closed Miocene basin (northern Spain). Sedimentary Geology 99, 17-36.
  • García del Cura, A., 1974. Estudio sedimentológico de los materiales terciarios de la zona centro-oriental de la Cuenca del Duero (Aranda de Duero). Estudios Geológicos 30, 579-597.
  • García del Cura, A., 1975. Contribución al conocimiento litoestratigráfico del Terciario continental de la cuenca del Duero (zona oriental). En: M.T. Alberdi, E. Aguirre (Eds.), Actas I Coloquio Internacional sobre Bioestratigrafía Continental del Neógeno Superior y Cuaternario Inferior, pp. 77-82.
  • García del Cura, M.A., Ordóñez, S., 1975. Les roches carbonatées continentales du Bassin du Duero. IX Congr. Int. Sédim. Nico. Théme, 10, 49-55.
  • García del Cura, M.A., Ordóñez, S., 1982. Texturas y estructuras en calizas continentales: un ejemplo de heterogeneidad textural: las rocas carbonáticas de la Cuenca del Duero. Temas Geológicos y Mineros VI, 227-252.
Santuario de la Virgen del Henar, en una vaguada del arroyo del Henar incidido en la superficie de los Páramos de Cuéllar, y construido con calizas de los páramos. Foto: Andrés Díez Herrero.

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