No, este titular no es un señuelo o anzuelo para que piques y luego te decepciones porque es mentira. Realmente hubo «huesos de gigantes» en el castillo de Cuéllar.
Al menos así lo describe, a mediados del siglo XVIII, el naturalista franciscano Joseph Torrubia en su libro «Aparato para la Historia Natural Española» (tomo primero, 1754).
En la página 79 de esta obra, se encuentra la anotación número 89, que entre otras cosas habla de cómo el Duque de Alburquerque tiene en su Palacio en la Villa de Cuéllar, «muchísimos huesos de Gigantes venidos de Mexico, a que no se pueden poner las excepciones que a los del Palacio de Capri…»
Desconocemos qué tipo de restos óseos se trataba, porque no tenemos noticias de su actual ubicación y situación. Pero queremos creer, por el contexto anterior de las anotaciones previas, que se trata de huesos fósiles de grandes vertebrados enviados por las expediciones desde América, que tan del gusto de la aristocracia de la Corte fueron durante toda la edad Moderna y Contemporánea.
Puestos a imaginar, podemos especular que se tratase de restos de mastodontes y otros restos cuaternarios; o, por qué no, de restos de dinosaurios. Ojalá algún día aparezcan esos restos o sepamos de dónde vinieron y qué fueron en realidad los huesos de los Gigantes del castillo de Cuéllar.
Mientras tanto, recordar que estos restos no son los únicos fósiles que sí que se pueden reconocer en las rocas de los muros y suelos del castillo de Cuéllar, puesto que las calizas de los páramos miocenas están repletas de fósiles de gasterópodos lacustres, que se pueden buscar en los sillares de la entrada al castillo.